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«Habemus Papam». Fumata blanca en el Vaticano a las 13,08. Robert Prevost, el elegido

Guillermo Ibarra

Los cardenales eligieron al próximo Papa en la cuarta votación del cónclave. En medio de aplausos y un clima eufórico, con cientos de miles de personas esperando con celulares en mano en la Plaza de San Pedro, la fumata blanca finalmente emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina tras un día de espera, anunciando la elección del nuevo papa; el 267 en la historia y sucesor de Francisco. Al mismo tiempo, comenzaron a repicar las seis imponentes campanas de la Basílica de San Pedro, en señal de júbilo. La elección del nuevo papa se concretó en la cuarta ronda de votación, al igual que ocurrió con Benedicto XVI en 2005.

El cardenal protodiácono Dominique Mamberti anunció desde el balcón Loggia hace minutos, el tradicional “Habemus Papam” y reveló el nombre del nuevo pontífice y el que ha elegido para su papado. Se trata del cardenal estadounidense Robert Prevost de 69 años. El nombre adoptado para su Papado es el de «León XIV». Nacido en Chicago en 1955, y criado en una familia católica de raíces obreras, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en su juventud, impulsado por una vocación misionera que se consolidó con sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y posteriormente en Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico. Fue ordenado sacerdote en 1982, y pronto comenzó una trayectoria que lo llevaría fuera de Estados Unidos, alejándolo del confort del ámbito académico para ponerse al servicio de las periferias. Sus primeros años ministeriales lo encontraron en Perú, donde ejerció como misionero en una región pobre del norte del país, en la diócesis de Chulucanas. Allí desarrolló una pastoral centrada en la cercanía, la formación de comunidades y la defensa de los derechos humanos, experiencia que marcó profundamente su perfil: un religioso comprometido con la realidad social de América Latina, que aprendió a conjugar el rigor doctrinal con una mirada pastoral atenta a los más vulnerables. Desde 2023, ocupa el estratégico puesto de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un rol que lo convierte en el principal asesor del pontífice en la designación de obispos en todo el mundo. Esa función, además de la confianza explícita de Francisco, le ha dado un lugar privilegiado en la estructura de poder vaticana. En cuanto a su estilo, se lo puede describir como sobrio, de tono pastoral antes que político, mientras que su perfil público es discreto, aunque no exento de influencia: en voz baja, construyó redes tanto en América como en Roma.

 

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