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Opinión. Cristina Kirchner y su prisión domiciliaria al estilo Pablo Escobar. Por Álvaro de Lamadrid

Guillermo Ibarra

Cristina Fernández de Kirchner no está libre, pero tampoco está presa. Su prisión domiciliaria es única y por tanto extraordinaria. El gobierno le habilita todo. Técnicamente bajo prisión domiciliaria, la expresidenta mantiene intactas sus herramientas de poder: sigue en contacto con sus operadores políticos, marca la agenda desde las redes sociales y transforma su casa en un auténtico centro de operaciones. Y baila en el balcón. La comparación con Pablo Escobar y su famosa “Catedral” no solo es pertinente, sino reveladora. Como Pablo Escobar, Cristina logró que el gobierno deje a salvo su control, comodidad y poder. En 1991, Pablo Escobar se entregó a las autoridades colombianas bajo una condición: construir su propia cárcel. La “Catedral” fue un refugio disfrazado de prisión, donde Escobar recibía invitados, celebraba fiestas, cerraba negocios y coordinaba su imperio narco con total impunidad. No era una celda, era un búnker.

El mismo guión: impunidad negociada

Escobar negoció su cárcel con el Estado. Cristina negoció el sistema desde dentro del Estado. Ambos construyeron estructuras de impunidad mientras el relato oficial simulaba como un acto de justicia esas detenciones. Las coincidencias son tan alarmantes como vergonzosas:

Ambos diseñaron sus “prisiones” según sus reglas.

Ambos operaron con total libertad desde el encierro.

Ambos contaron con una red leal que los mantuvo en la cima.

Ambos utilizaron su situación para reforzar su rol de “víctimas del sistema”.

Un Estado de rodillas

Sin justicia se afecta el rendimiento de la democracia. Somos una Nación, tenemos democracia pero no tenemos república. La prisión de Cristina, como la de Escobar, expone a un Estado impotente, no uno sin leyes, sino uno con leyes selectivas. Uno dónde las cárceles están llenas solo de los  malos pobres. Mientras los ciudadanos comunes enfrentan penas reales por delitos menores, se mantienen presos por años, no sin sentencias definitivas firmes,  sino sin sentencias directamente; el poder político consigue acomodar la justicia a su antojo. Y cuando esto se normaliza, el daño no es solo legal: es moral, institucional y cultural. Todos sabemos cómo terminó Pablo Escobar en su cárcel. Se tuvo que fugar porque mataron a dos personas. Salió caminando por la puerta. Las condiciones de detención de Cristina son tan farsescas y serán cada vez peores, por la necesidad  de la ex presidente de burlarse de los jueces y bajarle el precio a su encarcelamiento; que cuando se quiera poner un mínimo se orden, habrá problemas.

El gobierno no tiene reacción y no sabe qué hacer. Trató hasta último momento de evitar este desenlace, no quería a Cristina fuera de la política y mucho menos presa. La ex Presidente baila en el balcón.. No se baila en un velorio. ¿Qué les pasa?. ¿Alguien piensa en la gente ?. Estamos sucios y con el agua lejos. La corrupción no es agua pasada en la Argentina. A Cristina le deberían llegar otras condenas, es reincidente y hay pluralidad de delitos sin juzgarse. También deberían ser juzgados los jueces que por 30 años, desde nuestras viejas denuncias desde Santa Cruz a la fecha, cerraron causas, las cajonearon y dictaban sobreseimientos o faltas de mérito.

¿Por qué ahora y no antes?, debería ser la pregunta

Cuando hablamos de corrupción hablamos de los delitos del poder, donde están involucrados  dineros públicos. Cuando no se puede investigar al poder en tiempo presente es porque no hay República. Por eso, solo se investiga al despoder. Pasó con Menem y pasó con los Kirchner. No sé los pudo investigar mientras estaban en el poder. Ariel Lijo, sin ir más lejos, encubrió hasta hoy el ardid Zannini  en YPF, para que el grupo mafioso Eskenazi/ Kirchner puedan cobrar el mega fraude del juicio en Nueva York por U$S 16.000 millones de dólares que el Presidente Milei quería pagar presuroso con la delictiva “Tasa Kicillof”, que  le socializaba a los argentinos el pago del robo del siglo.

La corrupción ha sido ostensible y aluvional

Los que siguen son “Los Milei”, que deben tomar nota que Donal Trump les prestó plata pero no le firmó la ficha de afiliación a Karina. Será por eso que querían colonizar la Corte, para blindar a Cristina y blindarse ellos para adelante?. Mientras tanto el pueblo está solo y espera.

Álvaro de Lamadrid. Abogado ex diputado nacional (mandato cumplido) por la UCR.

Créditos: www.opisantacruz.com.ar

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