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El aislamiento adolescente y sus peligros

Guillermo Ibarra

Pregunta: Uno de mis hijos, de 16, de ser comunicativo y de estar con amigos empezó a estar solo en su cuarto, pasa horas en Internet y cayó su rendimiento en la escuela. ¿Es normal para la edad o tenemos que preocuparnos? C.M.K., Bernal.

En la actualidad, son muchos los estudios que advierten del impacto de la soledad en las personas mayores mientras que sus efectos en los adolescentes no ha sido examinado de igual manera.

La socióloga K. Harris –de la Universidad de Carolina del Norte, EE.UU.– llamó la atención sobre este punto, al afirmar “los científicos se preocupan mucho por las enfermedades cuando la gente envejece, pero la gente joven no es tan saludable como parece”.

La adolescencia es la etapa de transición a la edad adulta en la que se precipita el desarrollo físico, hormonal y los cambios psicológicos y es un momento delicado para el desarrollo de la personalidad.

Un factor importantes es alcanzar un adecuado despliegue de los vínculos sociales para su progresiva integración en la adultez. En consecuencia, conviene que el aislamiento de un adolescente sea motivo de cuidadosa observación por parte de los padres.

Algunos autores definen la soledad como el deseo no logrado para mantener relaciones satisfactorias y próximas con sus pares, mientras que el aislamiento se explica como la evitación activa para tener vínculos sociales por parte del adolescente, en general, por temor el rechazo.

El paso a la adolescencia implica para los jóvenes el desarrollo de expectativas hacia sus pares, esperando lealtad, apoyo e intimidad y, además, enfrentar posibles cambios frente a las creencias, los valores e ideologías de los amigos con los que hasta poco tiempo solo compartían juegos o actividades.

La soledad no buscada resulta una condición que penetra, presiona, debilita y que puede afectar toda la vida futura de un individuo.

El posible fracaso para resolverla antes de terminar la adolescencia puede alterar las relaciones sociales futuras e, incluso, afectar la salud mental.

Algunos niños que eran inteligentes y sociables comienzan a mutar en la adolescencia y suelen pasar horas y horas en sus habitaciones.

En general pertenecen –aunque no exclusivamente– a clases económicas medias o altas con acceso a la tecnología, y que se recluyen para ver televisión, navegar por Internet, jugar en red, vivir de noche y dormir de día.

La comunicación con padres y familiares va desapareciendo y el aislamiento gana terreno progresivamente, tornándose cada vez más difícil franquearlo.

Dado que es un proceso lento y paulatino, para los padres puede resultar difícil de entender y tienden a justificarlo alegando que el hijo es particular y diferente.

Aunque se pueden generar discusiones por este encierro, es común que en los padres se instale más la queja que la búsqueda de soluciones.

El caso de Japón

En algunos países este trastorno ya es una epidemia.

El ejemplo máximo es el hikikomori, proceso de aislamiento total de los adolescentes japoneses que no pueden desenvolverse en el mundo real, evitan su sexualidad, temen la violencia social y sólo viven encerrados y conectados a Internet.

En ellos, el suicidio es muy alto.

Conviene estar atentos a ciertos síntomas: si el adolescente habla poco, parece triste, no tiene reacciones afectivas positivas, pasa mucho tiempo solo y evita el contacto interpersonal.

En algunos casos sus consecuencias pueden ser serias a corto o largo plazo.

Créditos Viva.

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