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Emocionante aventura de Paula Crivelli junto a una atleta de 82 años.

Guillermo Ibarra

Paula Crivelli está al momento de la redacción de esta nota, en Jujuy, participando de una de las carreras de aventura más importantes del país luego del Cruce Columbia. Esta carrera se llama «Raid Columbia» y se desarrolla en tres etapas: La Nº1, llamada Tren a las nubes, en la que partieron ayer desde la estación Chorrillos a 2121 msnm, desde allí el recorrido continuó por la ruta del Tren a las Nubes disfrutando de un paisaje único, culminando en Campo Quijano. La Nº 2, denominada Cerro de los siete colores, que comienza en Tumbaya y continúa con un recorrido inmerso en el Cerro de Siete Colores, llegando a una altura de 2820 msnm. La Nº 3 llamada Salinas Grandes, en la que transitarán por uno de los desiertos de sal más imponentes del mundo. Salinas Grandes con más de 12.000 has. de sal a cielo abierto que encandilan por la vastedad infinita del color blanco.

Lo particular de esta competencia, es que Paula compite en compañía de Elisa Forti, la atleta mujer más grande en actividad de nuestro país con 82 años.

Enterados de esto, inmediatamente nos comunicamos con Paula, quien le dijo a este diario lo siguiente: «Estamos corriendo con Elisa esta carrera llamada Raid Columbia en su sexta edición. Es una carrera muy parecida, o al menos tiene la misma dinámica que el Cruce Columbia, que también hicimos juntas el año pasado. Dura tres días y no se hace campamento. Ayer, terminamos la primera etapa de 28 kms., de Estación Chorrillos a Campo Quijano, costeando la vía del Tren a las nubes. Es una experiencia increíble. Tenés que subir y bajar como puedas, a veces en cuatro patas, te mojás en los arroyos hasta las rodillas y pasás por senderos increíbles. Tardamos aproximadamente cuatro horas. Es un honor para mí, participar de esta carrera, ya que vine invitada por la propia Elisa. Hoy será la segunda etapa de 25 kms. entre Tumbaya y Purmamarca. No sabemos aún si vamos a realizarla en forma completa, ya que Elisa viene de intentar ascender al Aconcagua en febrero y veremos como está hoy. No nos exigiremos demasiado, tal vez hagamos la segunda parte, que es la de descenso. La tercer etapa será el domingo en Salinas Grandes. Son sólo 12 kms. allí y termina el raid. Debo contarte además que este evento es organizado por el Club de Corredores y Elisa, por ser la atleta más grande en actividad de la Argentina, siempre está invitada. Esta vez somos más de 1500 participantes, entre los que hay muchos corredores de Chile y de Brasil. «

Paula es entrenada por el profesor Abel Salvatto, pero nos comentaba que esta vez, no tuvo el tiempo suficiente como para prepararse específicamente para esta carrera, aunque está en permanente contacto con Abel, informándolo sobre como transcurre la competencia.

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  La historia de Elisa Forti

Elisa Forti tiene 82 años y, tras haber cruzado en cuatro oportunidades la Cordillera de los Andes, en febrero intentó subir el Aconcagua para promover la vida saludable junto a once personas que a través del deporte superaron adversidades de salud.

Nacida en la ciudad lombarda de Como, en el noroeste de Italia, y radicada en Argentina desde los 14 años, Elisa nunca fue una deportista profesional -recién a los 72 comenzó a correr-, pero siempre practicó actividades físicas como un modo de “sentirse viva”.

“Nunca sos grande para empezar nada y sobre todo para empezar a probar. Luego dirás si fue difícil o no”, expresó la mujer dueña del récord de ser la de mayor edad en cruzar la Cordillera de los Andes.

Desde 2014 repite año tras año el desafío de correr los más de 100 kilómetros necesarios para atravesar la cadena montañosa que divide Argentina y Chile, y ya batió una vez su propia marca.

“Empecé a hacer running porque me atrajo el ambiente de compañerismo y altruismo. Es un deporte individual porque sólo te enfrentás a vos mismo, pero también es grupal porque cada corredor que pasa te da aliento, la mano o un beso que te dan fuerza para seguir”, reconoció.

Madre de cinco hijos, que le dieron once nietos y tres bisnietos, aseguró no sentirse “un ejemplo de nada. Hago lo que me gusta”, dijo.

El entrenamiento de Elisa es salir a correr una hora todos los días “para renovar el chip” y volver a su casa renovada.“Ya soy adicta a esto, soy una drogadicta (sic) del deporte”, aseguró entre risas.

Aunque se reconoce como tímida, Elisa admitió que este año el running le dio “un regalo enorme”: la posibilidad de correr una carrera junto al lago di Como, donde nació y aún conserva parte de su familia.

“Un corredor, José Luis, me paró en Palermo y me dijo que me debía mucho, que yo lo había inspirado y me invitó a correr en Italia. Corrí junto a mis hijos y mis nietos, entre el lago y la montaña en donde había nacido. Fue algo único que jamás imaginé”, relató emocionada.

No fue la única vez que alguien se le acerca para decirle algo luego de una carrera.

En 2016, en Salta, un joven se le acercó para abrazarla y decirle que un año atrás la había visto correr en televisión y que, desde entonces, se replanteó su forma de vivir.

 

“La vida sigue. Mirar atrás no sirve de nada porque ya pasó y mirar al futuro tampoco porque no se sabe lo que que va a pasar. Sólo queda vivir el presente”, afirmó la corredora argentina que a los 82 años se sumó hace dos meses nada más, al desafío de escalar el Aconcagua.

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