La fuerza de la mujer vasca. Por Alicia Esain
24/06/2022
Guillermo Ibarra

LA FUERZA DE LA MUJER VASCA
Dardoak egin arren bere aldia Aunque el dardo haya hecho su camino
Olaso da neure egoteko aulkia en Olaso será mi residencia.
(Hija de Gómez González de Butrón, al casarse sólo por obediencia)
Muy pocos saben que las primeras en escribir poesía vasca en el siglo XV, fueron algunas valientes mujeres. Así lo afirma en su investigación Jesús María de Leizaola. No por ello abandonaban sus tareas, múltiples y rudas. Cuidaban del hogar, trabajaban en el campo y auxiliaban a sus vecinos en temas de salud…Eso les valió la prohibición y el silencio, hasta que nuevas voces se levantaron cinco siglos después.
Por su parte, Toti Martínez de Lezea, escritora vasca, señala que “en el origen del euskera, no hay un Dios, sino una Diosa, la Diosa Mari, “Diosa Madre”, a quienes los vascos rinden culto y quien es la protagonista de las leyendas más importantes (en la mitología vasca los demás personajes, los masculinos, son secundarios en comparación con ella). Para comprender el matriarcado vasco es imprescindible entender que todo lo relacionado con la maternidad, con la familia y con la fertilidad y sus costumbres y formas de vida iban dirigidas hacia esa “madre”, que tenía más importancia que cualquier otra cosa. Y en los caseríos había una silla con reposabrazos, la única de todas las sillas de la casa que contaba con reposabrazos y pertenecía siempre a la “etxekoandre” (mujer de la casa), la propietaria, los hijos eran quienes quedaban a vivir con ella y no ella con los hijos. Cuando la “etxekoandre” moría, pasaba la silla -una metáfora del poder- a la siguiente mujer, ya fuera hija suya o nuera, la que ella consideraba más importante. La “etxekoandre”, también era la que tenía las llaves de toda la casa, de las habitaciones, de la despensa y sin su consentimiento no se abría nada. Además, era la encargada de guardar los tarros de curación, las hierbas curativas”. La mujer vasca disponía de sus bienes y los defendía con total tenacidad en ausencia de los hombres de la casa. No debe extrañar que ese espíritu perdure y que hoy nos convoque, como una gran familia, a recordar esos orígenes, características y costumbres.
Compilación Alicia Esain
- En homenaje a Rosa Esain y Antonia Iriberri, quienes supieron transmitirme el amor a Euskalerría (La tierra vasca)