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Las ochavas destruyeron el amor. Escribe: Lucas Del Giudice

Guillermo Ibarra

El 14 de diciembre de 1821, Bernardino Rivadavia decretó que las construcciones porteñas debían ceder un triángulo de su terreno para mejorar la visibilidad en los cruces de calles. Es decir, tuvieron que construir una ochava que los españoles llamaban chaflán y que para entonces era una moda bien europea. Y, como sabemos, el modelo europeo estuvo en la cabeza de muchos de nuestros próceres de la Independencia.
Lo que muy pocos saben es que las esquinas sin ochava o chaflán, eran las responsables de tantos encuentros fortuitos que daban comienzo a las historias de amor mas bellas que se conocen. Es el caso de Juan Bertotti y Virginia Lesama, dos vecinos de este pueblo. Ella, casada en primeras nupcias con el que creyó era el amor de su vida, y que resultó un ser despreciable. Él, viudo de su adorada Teresa, muerta a causa complicaciones por su largo padecimiento por la tuberculosis. Cuentan que Juan caminaba por la calle 36 (la que esta justo del otro lado de la vía) y Virginia por la calle 9 hacia la estación de tren, con la intención de subirse a un tren y nunca mas volver al lugar donde sufría su soledad acompañada por su violento marido. Si bien era el año 1943, y ya la ley estaba en plena vigencia, varias casas del pueblo mantenían el encanto de la esquina sin ochava, esta esquina era una de ellas. En una tarde de verano, en su caminar apurado, y cada uno en su mundo de pensamientos, fue que el golpe del encuentro fue certero y directo al corazón, ella fingió enojo mientras él sin querer la abrazaba para que, por consecuencia del choque ella no perdiera el equilibrio, ella le gritó varias veces que por que no se fijaba por donde caminaba, pero nunca soltó de sus hombros las manos de aquel desconocido que la abrazaba. Después vino el silencio, una mirada eterna, y así, como si se conocieran de toda la vida se besaron. El final, si el final fue feliz, su amor fue sellado para siempre, caminaron abrazados a la estación de tren y nunca mas volvieron. Algunos dicen haberlos visto por un rato en distintas ocasiones, colocando pétalos de flores entre los ladrillos gastados de esta esquina del amor. Muchas parejas intentaron hacer lo mismo, planeaban con esmero el momento de empezar a caminar desde unos cuantos metros de distancia, algún amigo les marcaba la salida, para que el encuentro sea justo, y festejaban besándose, pero el tiempo demostraba que solo en los casos de verdadera casualidad las parejas vivían amor eterno. Otros enamorados colocan pétalos de flores entre los ladrillos, implorando a los espíritus de Juan y Virginia los mantenga unidos en el amor. Ayer 27 de septiembre de 2017 pase por esa esquina, a la cual siempre miré con con mucha nostalgia, la demolición era completa, solo tierra muy bien nivelada, impecable dirían algunos. Otro golpe al amor.

Lucas Del Giudice

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