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Lectura para los chicos en vacaciones. «La valijita azul» por María Alicia Esain

Guillermo Ibarra

La valijita azul vivía en lo más alto del armario. Estaba dentro de la valija negra, cerrada, sola, triste y aburrida. Recordaba sus días junto al mar, allá en la isla… Creía escuchar el rumor suave de las olas azules, ver las altas palmeras. Sólo el silencio era su compañero.

Desde que había llegado de allá, trayendo regalos para la familia en aquel enorme avión, pocas veces pudo viajar nuevamente. Sus dueños elegían casi siempre a las valijas grandes, al cómodo bolso marrón de cuero o al gris, ese nuevo y con rueditas. Ella también las tenía, pero siempre resultaba chica para los viajeros…

Una vez, cuando el viaje en automóvil fue larguísimo, llegó hasta las montañas. ¡Cómo le gustaron! ¡Cuántos caminos llenos de curvas y más curvas! ¡Qué colores increíbles! Las cumbres cubiertas de nieve, allá lejos. Ese azul  del cielo, tan parecido al mar de sus islas…

También le había tocado  traer recuerdos desde el río ¡Viajó en un barco!…¡Nunca imaginó que los ríos podrían ser tan anchos, que los puentes que los cruzaban fueran tan inmensos! La tranquilidad del agua, ese color marrón tan distinto, le habían parecido maravillosos.

Ahora, hacía mucho tiempo que estaba quieta, como dormida, en lo alto, encerrada en la valija negra…Le había mostrado ésta unas fotos del mar, pero no era el suyo. Éste se veía turbulento y espumoso, con olas altísimas que chocaban contra las rocas. Hasta le daba un poco de miedo …

En realidad, la señora y el señor de la casa andaban con pocas ganas de viajar. Un bebé los visitaba cada día. En la medida en que él se transformaba en un nene dulce y cariñoso, ellos se olvidaban de  los caminos y los paisajes.

Este verano algo especial sucedía. Una tarde, la dueña trajo una escalera. Bajó todas las valijas y bolsos. Las miró con atención, eligió a la valijita azul y dijo:

-¡Ésta es la apropiada!
Llegó  el nene y ella, después de darle un beso, le  contó que esa valijita azul iría con él de vacaciones.

Él estuvo encantado. Era una valija pequeña, muy fácil de llevar. Tanto, que solito la acarreó hasta su casa. Esa noche, durmió con ella al lado. Al otro día, lo acompañó a desayunar. Su mamá la llenó de bonita ropa y de juguetes. Irían a la orilla del río. Angosto y transparente, con piedritas para jugar, sin peligros para el nene…

El verano fue inolvidable. La valijita azul acompañó a su nuevo dueño a través de lugares muy bonitos. Volvió cansadísima… ¡Pero segura de que al año siguiente, saldría de nuevo a disfrutar de las vacaciones!

María Alicia Esain – Alibruji

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