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Malvinas. «Yo de acá, Tolosa, no me voy, me voy con las patas para adelante»

Guillermo Ibarra

Hace ya unos cinco años, Infobae reunió por primera vez en Navarro a un grupo de veteranos de Malvinas para contar dos grandes historias: una la que refleja el esfuerzo y el empeño en dar de comer a las tropas que peleaban en el frente y otra la del sargento ayudante cocinero Edgar Ochoa, un padre para sus soldados y el único de esa especialidad que cayó en las islas. Dos de esos veteranos son nuestros héroes , los vecinos Jorge Tolosa y Oscar «Freddy» Onetto. En aquella oportunidad y muy emocionado, Jorge recordaba lo siguiente:

“Yo de acá, Tolosa, no me voy, me voy con las patas para adelante. Hágale saber esto a mi esposa y a mis hijos”, fue el pedido de ese suboficial recto, severo, pero justo y muy protector de sus soldados. “Quiero que le cuente a mi familia todo lo que pasamos acá” le expresó Ochoa según cuenta el portal Infobae. 

En las primeras horas del 14 de junio, el destino quiso que una de las últimas bombas disparada por una fragata inglesa dejara sin vida a Ochoa en el patio de una casa en Puerto Argentino. Jorge, un conscripto afectado al rancho del Regimiento de Infantería Mecanizado 6, era un muchacho al que la guerra lo hizo crecer de golpe, como a muchos, pero que no supo entonces cómo cumplir con esa última y difícil misión encargada por el sargento ayudante, al que apreciaba como un segundo padre.

El sargento ayudante -ascendido a suboficial principal post mortem- había nacido el 12 de agosto de 1940 en Oliva, Córdoba, una ciudad que tiene tres muertos en combate. Se había casado con Antonia y tenía dos hijos, Edgar Daniel y Marta Edith, cuyas fotos guardaba celosamente en el interior de su casco. Al momento de estallar la guerra vivía en Mercedes, casi a la vuelta del Regimiento 6 donde estuvo en el grupo Rancho y en la Compañía Servicios. Todos lo conocieron de la época de la colimba. Jorge Tolosa, fue uno de los más cercanos. El propio Ochoa se había ofrecido como su padrino de confirmación, ya que su familia vivía demasiado lejos. Ese carácter fuerte que exhibía en el cuartel, “para que los soldados no tomasen mucha confianza”, contrastaba con su comportamiento en su casa. “Ahí era otra persona”, señalaba Jorge.

Freddy Onetto según cuenta Infobae, en épocas de colimba era llevado por el propio Ochoa a su casa de Mercedes los fines de semana donde era tratado como un hijo más. “Cuando entraba al Regimiento, ahí cambiaba. Pero era como un padre”, señalaba Freddy. “La ‘morocha’, la cocina de campaña, fue nuestra compañía en las islas, fue por la que nos preocupábamos y vivíamos con ella”, decía Jorge. Cocinaban a leña, escasa, que luego se reemplazó por turba, de bajo poder calórico. A alguien se le ocurrió incluir gas oil, y todos terminaron con el rostro oscuro del combustible quemado, por la densa humareda que desprendía, y que el agua y jabón no podía quitar. Solo se les distinguía el blanco de los ojos y los dientes, recuerdan. Recién de regreso al continente se pudieron lavar. “Pero la cocina nunca dejó de funcionar”, aclaran orgullosos. Hasta aún como prisioneros en el aeropuerto se las arreglaron para hacer un guiso con fideos y con pedazos de carne congelada que cortaban con las tapas de las latas de paté.

El sargento ayudante insistía que no regresaría vivo al continente. “Como su hubiese tenido una premonición”, concordaron en aquel momento sus viejos soldados. “Pero nosotros éramos chicos -dice Tolosa- no sabíamos qué decirle”. Lo trasladaron al puesto comando del regimiento. Ese 12 de junio se despidió de sus soldados, como intuyendo el final. Freddy agregó : “Si se hubiese quedado con nosotros, no se moría. Perdimos un padre, pero no podíamos darnos el lujo de quedarnos, había que seguir adelante”. Cuenta el portal allá por 2021 que a Jorge le gustaría poder encontrarse con los hijos de Ochoa y hablarles del padre. “Si ellos me dan una oportunidad, es una carga que aún llevo”.

La vida para los soldados de Ochoa continuó. Jorge Tolosa continuó diciendo que “superó cosas que no creyó poder superar». Los restos de Ochoa -que en una carta escrita desde las islas le decía a su madre que había ido “como buen argentino y militar que soy”– descansan en la tumba 8 de la primera hilera del cementerio de Darwin. La cruz de su primera sepultura, con la flor de tela que le pusieron los británicos, se exhibe en el Museo de Oliva junto con su uniforme, sus cartas y fotografías. Por ley 24950, fue declarado, como tantos otros, “héroe nacional” y los familiares recibieron la medalla La Nación Argentina al muerto en combate.

Créditos y fotografías Infobae.

En referencia a esto debemos señalar que el próximo viernes en el HCD local se realizará una sesión especial en la que el único punto del orden del día será el siguiente: – Departamento Ejecutivo eleva Proyecto de Ordenanza, solicitando se convalide el Decreto Municipal N° 832/2025, el cual declara de “INTERÉS MUNICIPAL”, al proyecto Artístico-Cultural “Homenaje al Héroe Edgar Néstor Ochoa”

Ese mismo día y a partir de las 20,30 en el Centro de Ex Combatientes se realizará el acto inaugural de descubrimiento de la obra pictórica del artista plástico y autor de «Turba y fuego», Ignacio Enrique Tavano Bazán.

 

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