AgroMoll Tapa Superior

Mercados. Los métodos para obtener más carne

Guillermo Ibarra

Un conjunto de prácticas implementadas por el INTA para el manejo de los rodeos vacunos posibilitó obtener resultados muy interesantes en la producción de carne. Luego de varios años de evaluaciones se comprobó que se puede obtener un promedio de 165 kilos de carne por hectárea, con posibilidades de duplicar ese volumen. Así lo demostró una experiencia que llevó adelante el INTA Cuenca del Salado en dos módulos de ensayo, con un sistema de cría semi intensiva. La experiencia fue presentada en un seminario organizado por el IPCVA, junto al INTA Cuenca del Salado en la ciudad de Ayacucho, corazón de la cría vacuna.

ESTUDIO. Los ensayos se realizaron en un campo ganadero de 110 hectáreas ubicado en Manantiales, en cercanías de Chascomús y en otro predio de 80 hectáreas en Colonia Ortíz Basualdo, cerca de Las Armas. En el primero de los campos se introdujeron 110 vacas Angus multíparas y en la otra explotación 80 vacas, también Angus. “De la Cuenca del Salado sale el 14 por ciento de los terneros para carne de todo el país, representa el 11 por ciento de la ganadería argentina y el 33% de la totalidad vacuna de la provincia de Buenos Aires. Todo lo que se haga en esta región impactará a nivel país en el número de terneros producidos, novillos engordados y kilos de carne logrados”, relató a Super CAMPO Sebastián López Valiente, de la Estación Experimental Agropecuaria INTA Cuenca del Salado.

En 2008 la región contaba con 2,7 millones de vientres, pero hubo un período en el que los productores comenzaron con una liquidación de vientres, la más importante de la últimas décadas, y recién a partir de 2010 se inició una lenta recuperación que hoy, se estima, alcanza a poco más de 2,6 millones de vientres. En 2008 el INTA comenzó a trabajar en un proyecto nacional de ganadería para determinar los límites biológicos de la cría bovina, que se realizó en la Cuenca del Salado y el Centro sur de Corrientes. “Mientras se recuperaba el stock ganadero, pudimos ver un aumento del número de vientres en superficies menores, que representó una intensificación gradual por parte de los productores”, aseguró el especialista.

SELECCIÓN. Una de las prácticas que se implementó fue el monitoreo de estado corporal. “Para eso recorremos los potreros, clasificamos la hacienda, con una medida que va de 1 a 5, para determinar el estado corporal de las hembras y realizar un buen manejo, incluso ver si alguno de estos animales del grupo necesita un tipo de tratamiento”, detalló el técnico. El planteo consistió en mantener una carga de 1 equivalente vaca por hectárea (E/V/H). Para seleccionar las madres se realizó un monitoreo del estado corporal y se eligieron las que presentaban un frame 4. “El 1 de noviembre se hizo una inseminación a tiempo fijo, mezclando la tecnología de insumos y de procesos para mostrar la diferencia”, explicó López Valiente.

También se hizo una selección de toros, que permanecen en los potreros sólo para el servicio y luego se retiran: “Los toros que elegimos fueron padres que mostraron una diferencia de 10 kilos al destete del ternero y se esperaba que los hijos de esos padres fueran 11 kilos más pesados al destete; la diferencia real fue de 10,6 kilos”, detalló el profesional. Para llevar adelante la experiencia se incorporó genética de calidad y la selección de los toros se hizo sobre la base de las diferencias esperadas de progenie (DEP).

MANEJO. Las pariciones comienzan a partir de agosto y se extienden hasta octubre y los destetes, si el pasto anduvo bien, estarían cercanos a marzo. Los terneros salen con un peso promedio de 170 kilos. Pero si las vacas se encuentran en estado corporal 2 (vacas flacas), se recomienda anticipar los destetes a enero: “Es preferible que pierda 10 u 11 kilos pero se puede trabajar en mejorar el estado corporal de la vaca, lo que permitirá una expectativa de preñez que puede ubicarse entre 85 y 90 por ciento”, añadió el profesional. “Si no tenemos pasto, esta práctica no sirve y si la primavera es mala, es posible que tengamos que darle de comer. Igualmente, si el vientre está en estado corporal de 2,5 se podría revertir con algún tipo de suplemento o en un potrero reservado”, agregó. El diagnóstico de preñez se hace a principios de abril. Todas las vacas vacías, las vacas CUT (cría ultimo ternero) salen del servicio y e ingresan vaquillonas preñadas.

FORRAJE. En Manantiales, donde se trabaja con el sistema semi intensivo, el 70 por ciento es campo natural y los rodeos se manejan en las lomas y en los bajos dulces y alcalinos. Los potreros tienen el 11 por ciento de verdeos de verano y 19 por ciento pasturas. En la explotación las vacas toman servicio en campo natural. Los animales reciben pasturas antes de ingresar al invierno y luego, entre mayo y julio, en la fase de concentración se les entrega sorgo diferido. “Buscamos que el animal no pierda estado corporal y lo ideal es que sea parejo todo el año, porque la restricción de nutrientes en la Cuenca del Salado tiene consecuencias en el ternero y hasta en la calidad de la carne. Una vez terminado el período de sorgo diferido, las vacas ingresan a las pasturas y al campo natural reservado”, detalló López Valente. Luego del destete los animales entran a comer la festuca junto con los verdeos de invierno para la limpieza de los campos que van a entrar a pasturas. Cuando los animales ingresan a los potreros de sorgo, encuentran muy buen nivel de proteínas, pero al llegar a fines de junio y principios de julio la calidad decae.

Experiencia entre sorgo y avena. En un ensayo realizado se dividió un potrero en dos. En una parte se sembró sorgo diferido y en el otro avena, para compensar la falta de proteína del sorgo. Se pusieron 50 vacas en el sorgo y 50 vacas en la parte de avena. Luego se hizo un pastoreo frontal donde los vientres quedaron en la superficie consumida con proporciones de sorgo y avena del 50%. Cuando los vientres llegaron al final del pastoreo la calidad de la avena no llegaba a compensar la calidad del sorgo. Al evaluar la siembra a fines del otoño el consumo de sorgo fue superior, llegó al 90%, mientras que el de avena alcanzó al 10%. A fines del invierno se consumió el 10% de un sorgo de mala calidad y 90% de una avena de regular a buena calidad, que permitió mantener los niveles y la calidad esperada de las dietas. Al inicio de la etapa de concentración, la experiencia demostró que no había diferencias entre la calidad del sorgo y de la avena, pero al final del período el sorgo tenía 7% de proteínas. La combinación sorgo y avena dio un 14%de la calidad esperada.

Eduardo Bustos

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