Un asco la plaza. Los estorninos y la historia que se repite año a año
27/02/2020
Guillermo Ibarra

Tordos, golondrinas pardas y estorninos. El drama de nuestras plazas.
El estornino es un ave de tamaño mediano y plumaje oscuro, muy parecido al tordo que habita nuestra llanura pampeana. Pero a diferencia de éste, su alta capacidad reproductiva y de adaptación le ha permitido diseminarse ya por los cinco continentes a expensas de la producción agrícola. En nuestro país, el estornino ocupa hoy un amplio corredor que va desde el sur de la provincia de Santa Fe hasta Magdalena, con pequeños focos en la costa atlántica bonaerense. Pero además está poblando La Plata y otras ciudades vecinas desplazando a otras especies locales sin encontrar nada que ponga freno a su avance según coinciden los especialistas en el tema.
Quizás las medidas de control para retirar del medio silvestre a esta especie pueden parecer antipáticas a los ojos de algunos; pero es evidente de que hay que ponerle un freno a esto.
Especialistas aseguran que la mitad de su dieta se integra con insectos, aunque aprovechan además todo tipo de recursos alimentarios tales como granos, basura, frutales, leguminosas, gramíneas y cuando detectan un feedlot o un tambo, se precipitan sobre los comederos y todo parece cubrirse con un inmenso manto negro que al retirarse se transforma en blanco, porque dejan todo cubierto con sus heces.
Su población hoy se encuentra por toda la llanura pampeana, y desde que fueron avistados por primera vez y a pesar de algunos intentos iniciales de erradicación, el ave ha logrado ampliar su área de reproducción a una tasa promedio de 7,5 kilómetros por año, llegando ya a varias ciudades de la costa atlántica bonaerense.
En la provincia de Buenos Aires la especie hace uso de una variedad de sitios de anidación naturales y artificiales, en particular los agujeros de pájaros carpinteros, lo que sumado a su capacidad reproductiva –ponen 5 huevos dos veces al año y pueden duplicar su población de una temporada a la siguiente-, la ausencia de predadores naturales -lo que les permite competir y ganarles el espacio a las especies autóctonas- y su adaptabilidad a comer casi de todo, desde insectos hasta alimento balanceado, basura, granos y gramíneas, los convierte en una especie de difícil (casi imposible) control.
Esta especie invasora, que compite por el alimento y los sitios de nidificación, es combatida en todos los países en los que decide asentarse, pues se convierte rápidamente en un flagelo, destructor de cultivos y expulsor de aves autóctonas.
Informes de organismos especializados en la temática, sugieren que esta ave debe ser controlada cuanto antes, porque el ritmo de crecimiento de esta plaga (es la plaga aviar más importante del mundo) es exponencial. Por lo cual, es primordial actuar rápido, ya que el costo de postergar el control puede ser muy alto.
El 13 mayo de 2017 el Ministerio de Agroindustria de la Provincia de Buenos Aires, a través de la Dirección de Flora y Fauna, actualizó el listado de las especies susceptibles de caza deportiva menor, caza deportiva mayor, caza comercial, caza plaguicida y especies dañinas o perjudiciales, con el que se autorizó la caza de estorninos, entre otras especies, con el objetivo de garantizar la administración y preservación de los recursos naturales que permita el uso sustentable tanto a corto como a mediano plazo. Por medio de este nuevo decreto se puede tratar la caza de plagas que se han presentado en estos últimos años invadiendo distintos espacios públicos, como los estorninos y las cotorras que se han reproducido de manera exponencial en la última década, desplazando a especies autóctonas y provocando daños no solamente a nivel agrícola, sino también materiales, ensuciando con sus heces paseos y vehículos. La medida de la entonces gobernadora Vidal respondió a una creciente preocupación por indiscriminado aumento de la población de especies no autóctonas, que rompen el equilibrio de las zonas, arrasando cosechas y provocando contaminación visual y sonora.
Créditos: La Capital
La situación en Navarro.
En nuestra ciudad, estos pájaros ya han tomado las plazas principales. Nadie puede disfrutar de ellas porque están cubiertas de estiércol y un olor nauseabundo. No se puede caminar por sus veredas, no se puede dejar coches estacionados. Los juegos infantiles tampoco escapan a este problema. Ni hablar de sentarse afuera en algún lugar cercano para disfrutar de la tarde.
El año pasado, charlamos al respecto con el Director de Medio Ambiente, Miguel García luego de reunirse con dos biólogos para abordar esta problemática y señaló que hay que ser cautos, ya que el equivocarse de técnica podría acrecentar el problema. Agregó por otra parte, que desde lo académico se haría un relevamiento y se atacarían las zonas afectadas, lo que llevaría tiempo.
Ojalá pronto se pueda encontrar una solución y de a poco se pueda lograr un equilibrio por el bien de todos.