Pedido de publicación del grupo «Nos involucramos»
12/09/2025
Guillermo Ibarra

Hoy escribo con el corazón desgarrado por la pérdida de un compañero, un colega, un maestro querido por sus alumnos y respetado por todos nosotros. Su partida nos deja un vacío enorme y un dolor que no se puede esconder.
Lo que más me duele no es solo su ausencia, sino la frialdad con la que se ha decidido que las escuelas debían seguir abiertas, como si nada hubiera pasado. Como si la vida de un docente no valiera detenerse un instante. Como si fuéramos reemplazables, simples números en un sistema que no reconoce que detrás de cada aula hay personas que sienten, que sufren, que dejan su vida en esta vocación.
No pedimos un día de descanso. No buscamos una excusa para no trabajar. Lo que pedimos es humanidad. Lo que pedimos es poder vivir el duelo, acompañar a su familia, abrazarnos como comunidad educativa que también está de luto.
¿De verdad cuesta tanto entender que un día de respeto no es un privilegio, sino un derecho humano básico?
Hoy me siento herida. Me siento desvalorizada. Siento que la docencia —mi vocación y la de tantos compañeros— no vale nada para quienes toman decisiones. Que no se reconoce ni nuestro esfuerzo, ni nuestro compromiso, ni nuestra persona.
A la familia de mi colega, mi abrazo más profundo. A mis compañeros y alumnos, mi solidaridad en este dolor compartido. Hoy no fue un día más: fue un día en que enseñamos, sin quererlo, que como sociedad estamos perdiendo la sensibilidad, la empatía y el respeto.
No somos máquinas que enseñan. Somos personas que educamos con el alma, y también lloramos cuando uno de los nuestros ya no está.
Y duele, duele demasiado ver que todo sigue igual…
Cintia Zabalo. Docente Representante del grupo #nosinvolucramos