Abel Salvatto: «Es una caricia al alma, no sé si me merezco esto»

La palabra del principal protagonista de la noche de ayer emocionó a muchos. Su gran dedicación al trabajo y el amor por lo que transmitió durante años a distintas generaciones, siempre con el mayor de los respetos y la honestidad requerida para hacerlo, se vieron reflejados en cada una de sus palabras. Abel comenzó hace muchísimos años y como muchos otros «profesores de antes», hizo del respeto hacia el alumno, un verdadero estilo de vida. Nada más puedo agregar a lo que ya se ha expresado sobre Abel, el que nos mejoraba la técnica para nadar en la primer época de Las Mojarritas, indicándonos como poner las manos «en forma de cuchara» para nadar crol por ejemplo, o el que nos decía «a papá no lo engañan» cuando cortábamos camino a la hora de trotar o el que para que encestáramos en básquet, nos indicaba que la pelota debía «describir una parábola». Con él, había que cumplir, y los años nos dieron la experiencia de aprender que si nosotros cumplíamos, él cumplía con nosotros; esa famosa retroalimentación o enseñanza entre alumno y profesor que él mismo señalara anoche.

Recordó a sus padres, a sus hijas, a la nieta que acaba de conocer hace poco, por culpa de la pandemia que no le permitió viajar antes, a sus alumnos y ex alumnos, a sus colegas, a sus profesores. Sólo agradecimiento y del genuino, brotaba de sus palabras. Y me quiero quedar, para terminar de sintetizar lo ocurrido, con una expresión suya que lo dice todo y es la siguiente: «Estoy muy feliz esta noche, me están haciendo muy feliz…. me siento tremendamente honrado por toda la comunidad y respetado por todos».

Ya para concluir, debo decir que este homenaje que le realizaron con haber puesto su nombre a un nuevo microestadio deportivo, fue una decisión más que acertada y recordar que si bien, yo no fuí el mejor alumno, usted si, fue uno de mis mejores profesores.

Guillermo Ibarra….