Agosto mes del árbol. Publicación de Rotary Navarro

Atentos a los informes y documentos que nos aportan los historiadores, la conquista del Río de la Plata fue tardía porque a estos territorios se los consideraba carentes de valor: aquí no había metales preciosos. Los exploradores llegados de Europa se encontraron con una llanura casi sin relieve, cursos de agua escasos y con la distancia como único límite natural. En estas planicies no había árboles, solamente pajonales y arbustos.  Esta vegetación herbácea formaba una “maraña” de raíces, y esta espesura de raigones limitaba la posibilidad de desarrollo de cualquier semilla.  Buenos Aires era una ciudad sin árboles en las calles. Los naranjos y limoneros plantados en el fondo de las propiedades  tenían un fin aromático. En la época de los virreyes, se evalúa la necesidad de espacios públicos arbolados.

Tras la colonización europea, las pampas pausadamente se fueron convirtiendo en una de las regiones de producción agrícola y ganadera más importantes del mundo. La introducción de ganado bovino, ovino y equino durante el siglo XVI y de la agricultura a finales del siglo XIX, modificaron el paisaje original. Vaya una mención especial para algunos de los promotores y animadores en favor de áreas verdes:

Manuel Belgrano fue un impulsor de los bosques y fomentó las plantaciones de arboledas.

Juan Manuel de Rosas pobló de naranjos desde Palermo hasta el actual estadio de River Plate. Inmigrantes gallegos se ocupaban de atender y cuidar estos cítricos.

Domingo F. Sarmiento, sin duda alguna fue el causante de la actividad forestal. Sus palabras proclaman su amor a la naturaleza. “El árbol que hemos visto nacer y llegar a viejo, es un ser dotado de vida que ha adquirido derecho a la existencia, que lee en nuestro corazón, que nos acusa de ingratos y dejará un remordimiento de conciencia si lo sacrificamos sin motivo legítimo”