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Agro. Preocupa el clima que tendremos para la cosecha gruesa

Guillermo Ibarra

A la lista de enigmas de 2022 deberá sumarse la del clima. El valor de la cosecha sigue siendo un driver decisivo para Argentina y si llueve poco, suelen haber problemas. Por eso, el clima del verano que se viene es un dato macro, y empieza a preocupar a algunos analistas.

«Actualmente la falta de lluvias en la región está afectando al desarrollo de los cultivos, la normal salida de exportaciones agrícolas por el Paraná y la oferta de energía hidroeléctrica», dijeron desde Delphos.

Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la falta de lluvias agrava la situación de déficit hídrico del trigo y provoca disminución del crecimiento del cultivo y demoras en el desarrollo. Recién se registrarían precipitaciones en las regiones agrícolas a de fines de la semana que se inicia hoy, aunque estas no serían significativas.

Hace casi 15 días la Administración Nacional de Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) dejó claro que hay una firme tendencia a que se instale nuevamente el fenómeno de la Niña que condicionaría las lluvias que recibe Argentina, sobre todo entre los meses que van de noviembre a febrero.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario, en los años Niña las regiones agrícolas de Argentina reciben entre 20% y 30% menos de lluvias que las normales dependiendo de la intensidad del evento. Pero hay algo que agrava esta situación: sería por cuarta vez en 35 años otra campaña gruesa afectada por dos Niñas consecutivas. Y para los cultivos de soja y maíz eso tiene muy malos antecedentes.

En los últimos 35 años, hubo tres campañas afectadas por dos eventos de sequía consecutivos: 2008/2009, 2011/2012 y la 2017/18.

En 2017/18, la seca fue un factor no menor en la crisis cambiaria.

Aquel año, la cosecha de soja terminó con 21,5 quintales por hectárea (qq/ha) y se obtuvieron solo 35 millones de toneladas de los casi 52 que se esperaban (-32%). Para maíz, los rindes nacionales fueron de 59,76 qq/ha respectivamente, cuando el promedio del maíz a nivel país está en los 80 quintales. «La posibilidad de una cosecha gruesa 2021/22 similar a la cosecha 2017/2018 obliga a plantear distintos escenarios, su impacto sobre la oferta de dólares y las perspectivas macroeconómicas de 2022», señaló Delphos.

En su último informe, analiza tres escenarios: la producción de 52 millones de toneladas de soja, un número que consideran «optimista»; un escenario intermedio, con exportaciones 10% debajo y, por último, el escenario de 2018: una fuerte sequía con cantidades exportadas similares a las de 2018.

Respecto de los precios, suponen que se mantendrían en los niveles actuales: alrededor de US$ 500 por tonelada para el poroto de soja y US$ 215 para el maíz. En el primer escenario, las exportaciones de la cosecha gruesa podrían ser superiores a las de la última campaña porque la cosecha de soja aumentaría.
En el intermedio, la oferta de divisas derivada de la cosecha gruesa disminuiría en US$ 1.500 millones mientras que en el escenario más pesimista se exportarían US$ 5.550 millones menos que en 2020, «lo que ciertamente tendría efectos macroeconómicos importantes».

En particular, detalla Delphos, las restricciones a las importaciones deberían profundizarse para evitar una caída similar de las reservas, el deslizamiento del tipo de cambio oficial debería acelerarse y las restricciones a la salida de dólares financieros no podrían ser relajadas. «Aun en los escenarios más optimistas, el aumento de las importaciones en una economía en crecimiento y de la cuenta de servicios en un entorno mundial propicio para el turismo externo implican un menor superávit de divisas en la cuenta corriente que en 2020», señala el reporte.

Además, dice, es altamente posible que el nuevo acuerdo con el FMI incluya una meta de acumulación de reservas netas.

Un ejercicio muy preliminar puede aproximar el impacto de los distintos escenarios productivos en base a estimaciones de pagos de importaciones y servicios con una economía que estaría creciendo por encima del 2% anual y saldos netos de intereses pagados al exterior. Suponiendo un acuerdo con el FMI que despeje los pagos de capital con el organismo en 2022, «estimamos que en el escenario optimista el superávit de la cuenta corriente cambiaria se reduciría en alrededor de US$ 1.000 millones (-14% interanual) en el primer semestre de 2022; en el escenario intermedio el superávit de la caería a US$ 4.600 millones (-35%) y en el escenario climático adverso la CCC sumaría apenas US$ 3.000 millones en el primer semestre de 2022, 58% inferior al mismo período de 2021, con un previsible ajuste hacia abajo en las cantidades importadas y del nivel de actividad y al alza del tipo de cambio oficial».

«Hay altas probabilidades que se repita el fenómeno de la Niña en la próxima cosecha gruesa 2021/22 (?) Distintos escenarios nos indican que la oferta de divisas podría caer hasta US$ 5.500 millones comparado con 2021 en un escenario de sequía extrema similar a 2018 o US$ 1.500 millones en un escenario más moderado.
Estos escenarios adversos podrían impactar negativamente tanto en el nivel de actividad como en el ritmo de deslizamiento del dólar oficial en el primer semestre de 2022. Esto obligará a seguir de cerca el avance de la próxima cosecha gruesa», concluyen en Delphos.

Créditos: Chacra.

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