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El origen de la enseña patria

Guillermo Ibarra

El 18 de febrero de 1812, a pedido de Manuel Belgrano, el entonces Primer Triunvirato creó un distintivo con el objetivo de distinguir a los soldados de la causa patriota respecto de los demás. Fue el nacimiento de la escarapela nacional, a la cual las autoridades le asignaron los colores azul-celeste y blanco. Sobre la base de esos colores, y no de los del cielo ni de las nubes, Belgrano decidió mandar a confeccionar la bandera nacional el 27 de febrero de ese mismo año.

Significa entonces que los colores de la bandera son los propios de los que el Triunvirato había elegido para la escarapela. La cuestión es determinar por qué el gobierno de entonces eligió esos colores. Responder esta pregunta, también implica desentrañar el origen de los colores de la enseña patria creada por Belgrano.

En cuanto al diseño de la bandera nacional, es una hipótesis muy probable que la originariamente creada por Belgrano haya tenido solo dos franjas, tal como había sido pergeñada la escarapela, que tenía un amplio corazón blanco con un borde celeste.

Esta teoría se confirmaría con el retrato que en 1815 François Carbonnier hizo de Belgrano mientras éste se encontraba en Londres en misión diplomática, en cuya parte inferior dibujó la escena de una batalla en la que se observa a un soldado llevando una bandera de dos franjas horizontales con los colores celeste y blanco. Es dable suponer que fue el mismo prócer quien le describió sus características. La referida hipótesis también estaría avalada por la disposición de los colores del fondo de nuestro escudo nacional aprobado por la Asamblea del Año XIII, elaborado por el orfebre peruano Juan de Dios Rivera Tupac Amarú.

Es cierto que cuando el Primer Triunvirato fue derrocado en octubre de 1812, la bandera de España que flameaba en la actual Casa Rosada fue reemplazada por una celeste y blanca de tres franjas, tal como hoy la conocemos, y que esa disposición de colores fue la que tuvo la primera banda presidencial utilizada, en 1814, por el primer director supremo Gervasio Posadas; pero la confusión se mantuvo muchos años porque ni el 20 de julio de 1816 (fecha en la que se efectuó el primer reconocimiento oficial, aunque provisorio, de la bandera), ni el 25 de febrero de 1818 (cuando se le dio reconocimiento definitivo, y se le agregó un sol a la bandera de guerra), el Congreso Nacional describió las características de la bandera nacional. Ello recién ocurrió en el año 1944, en el que el presidente de facto Edelmiro Farrell dictó un decreto mediante el cual se describieron las características de la bandera nacional, disponiéndose la utilización, para uso oficial, de una bandera de tres franjas (celeste-blanca-celeste) con un sol dorado en el medio, y sin él para uso de los particulares.

Cuarenta y un años después, durante la presidencia de Alfonsín, el Congreso sancionó la 23.208, mediante la cual se autorizó a los particulares a utilizar la bandera celeste y blanca con el tradicional sol de treinta y dos rayos flamígeros.

Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano, abogado, economista, militar e integrante de nuestro Primer Gobierno Patrio, fue además el creador nuestra principal insignia. Falleció a los cincuenta años de edad el 20 de junio de 1820. Es por ese motivo que, desde el año 1938, tal como lo dispusiera ese año la ley 12.361, es el “Día de la Bandera”; y justamente, también ese mismo día, pero del año 1957, se inauguró el fantástico “Monumento a la Bandera” ubicado en Rosario.

Con la expresión “Alta en el cielo, un águila guerrera” comienza la pieza musical que forma parte de la ópera “Aurora” con la cual se inauguró el Teatro Colón en 1908. Esa pieza musical o “aria”, es desde entonces la Canción de la Bandera, cuyo recuerdo nos deriva a conmemorar el ducentésimo primer aniversario del fallecimiento de su notable creador.

Créditos: Infobae

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